viernes, 16 de marzo de 2012

Caminando por Sierra Mágina


Los compañeros del Club Mulhacén de Granada han programado una visita por Sierra Mágina y encantados con la propuesta nos unimos a ellos.
Esta cadena montañosa se extiende por la parte Centro-Sur de la provincia de Jaén, a unos treinta kilómetros de la misma capital jienense. Sobresale en el paisaje como una enorme mole pétrea rodeada por un mar de olivos. Sus estribaciones penetran en la vecina provincia de Granada a través de la Sierra de Alta Coloma.

 
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Su núcleo principal está formado por varios altos que superan los 2.000 m de altura, precisamente este núcleo central se encuentra bajo la protección de la figura de Parque natural; algunos interesantes endemismos botánicos habitan estas zonas de cumbres. La orografía del conjunto está marcada por un relieve muy escarpado de fuertes pendientes que ofrece un atractivo paisaje. La totalidad del macizo está integrado por rocas calizas y dolomíticas sobre las que la acción del agua, el hielo y el viento ha modelado un abrupto paisaje de importantes zonas cársticas. El clima que impera es típicamente mediterráneo con abundantes lluvias en otoño y primavera, lo que genera una vasta red de riachuelos que suelen verter sus aguas en los ríos Guadalbullón y Jandulilla.

 
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A la llamada del Club Mulhacén acudimos quince compañeros, quedamos en el sitio de siempre y puntuales partimos hacia nuestro destino.
Para llegar a la zona desde Granada entramos por la autovía A44 (Granada-Jaén). Tomamos la salida 59 en dirección Cambil - Huelma (A324), proseguimos por esta vía hasta llegar cerca del área recreativa del Obispado. En un lateral de la carretera hay un espacio con carteles informativos sobre el entorno y, es allí donde dejamos los vehículos.


A pesar de las fechas invernales, nos acompaña un maravilloso día primaveral, casi sin viento, con un radiante sol aunque con una atmósfera algo acuosa debido a la alta humedad. La panorámica del entorno nos fascina. Las grisáceas copas de los miles de olivos brillan bajo la oblicua luz de la mañana. Los blancos inmaculados de las flores de los almendros bordean los cuidados campos mientras ante nuestros ojos se levantan las


estribaciones de Sierra Mágina con sus refulgentes pinares que brillan con un verdor


amarillento que parecen pedir la ansiada lluvia.
Comenzamos el camino, andando un centenar de metros por la cuneta de la carretera hasta tomar una pista (por nuestra derecha) en muy buen estado que circula entre los cuidados olivares. Podríamos haber recorrido la parte de pista con los coches pero en ocasiones anteriores esta pista estaba en peores condiciones y preferimos andar este tramo


entre los olivos. Al poco un panel informativo nos comunica detalladamente la ascensión hasta el pico Mágina y Miramundos. Proseguimos por la pista unos cientos de metros más hasta alcanzar, en una curva, el final de un barranquillo desde donde por su parte izquierda (indicado por hitos de piedras) remonta un sendero que tomaremos para la subida. La vereda zigzaguea en continuo ascenso por entre un denso y agradable pinar


hasta alcanzar la pista conocida como Cañada de las Cruces. A través de ella entramos en un acogedor y resguardado valle en cuyo fondo se aposenta el aprisco de la Cañada de las

 
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Cruces. La vaguada es amplia, más o menos redondeada y abierta a levante. La vegetación, salpicada de quejigos, sabinas y encinas, está muy agostada. La escasez de lluvias y las fechas invernales hacen que los tonos pardos predominen sobre los verdes. Vemos a nuestro frente la imponente cadena formada por los altos de Piedra Jaén (2.148 m) y el Cerro Mágina (2.165 m). Hacia poniente destaca la piramidal estampa de la Serrezuela (1.963 m). La cañada gira en dirección E para terminar en una estrecha pero fácil vereda que, en poco tiempo y esfuerzo, nos dejará en el collado del Puerto de las

 
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Alegas. En este punto paramos para agrupar al personal que ha quedado un poco desperdigado en la larga subida. Aprovechamos para tomar un pequeño refrigerio a base de fruta y frutos secos y comentar el camino. Los paisajes empiezan a ser amplios; podemos destacar hacia el sur el magnífico pinar que tapiza la umbría de Antón León. Se trata de un oscuro y viejo pinar relicto de enormes pinos negros (Pinus clusiana), salpicado en estos días por manchas de nieve.

 
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Desde el collado parte una vereda en dirección N-NW que va ascendiendo diagonalmente en un largo aunque no excesivo desnivel por los contrafuertes sur de la cadena. Por fin

 
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logramos alcanzar un collado donde está situado el Pozo de Nieve de Mágina. Desde aquí, por nuestra derecha, en muy poco tiempo podemos alcanzar el Pico Mágina, punto más alto de la provincia de Jaén. Sin embargo, en este collado nos volvemos a reunir todo el grupo para dirigirnos primeramente en dirección W hasta Piedra Jaén, desde donde empezamos

 
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un largo recorrido, en dirección E, para así coronar todas las cúspides que salen a nuestro


encuentro. Cuando alcanzamos el Pico Mágina es ya cerca de medio día. La agradable

 
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temperatura y la falta de viento nos anima a hacer la parada para la comida en el mismo vértice. Por supuesto no falta la bota de vino que corre con alegría mientras disfrutamos

 
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del entorno, de la compañía y entre charlas y risas pasamos el ratillo. Por el sur atisbamos hacia el horizonte las blancas cumbres de Sierra Nevada y por el sureste la cadena

 
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blanqueada de la Sierra de Baza. Hacia el noreste se alarga el sistema de Mágina hasta el pico de Miramundos (nuestro próximo destino) y ya por el norte destacan algunos altos: Cerro Ponce (2.005 m), Cerro las Cárceles (2.012 m) y toda una sucesión de altos menores que caen bruscamente hasta descansar sobre la campilla de olivos.

 
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Después de este largo descanso nos ponemos nuevamente en camino. Una parte de los compañeros (6 de ellos) deciden volver por donde hemos venido. Otro grupo (los 9 restantes) nos encaminamos hacia el cerro Miramundos (2.077 m) y el refugio que hay


cerca del mismo.  Sin una vereda evidente seguimos con el rumbo fijo hacia la caseta saltando por las rocas calizas fracturadas por lapiaces y sorteando la vegetación a base de enormes tapices de sabina rastrera (Juniperus sabina) que salpican el rocoso suelo. Con cuidado de no caer entre las grietas de los lenares, pronto llegamos al cerro Miramundos.


En la cumbre hay un refugio aparentemente en buen estado pero con aviso de posibilidad de derrumbe. El sitio es bonito, casi huérfano de vegetación, muy despejado y con unas


vistas sobrecogedoras. Contemplamos con deleite el vasto entorno mientras iniciamos el descenso. Marchamos dirección S-SW a través de la Hoya de la Encantada para enlazar en el


Collado del Puerto de las Alegas con el mismo sendero que usamos esta mañana para subir. Desde aquí por la Cañada de las Cruces y el sendero descendemos con rapidez hasta el inicio para cerrar el círculo.

 
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La satisfacción es la tónica reinante, satisfacción por el largo recorrido realizado sin contratiempos, satisfacción por haber coronado las cimas más emblemáticas de este macizo. En resumen, todos quedamos complacidos por la agradable compañía y la complicidad que ha reinado durante todo el día. Con ansiedad esperamos que Arielle nos recite los datos técnicos finales, a todos nos gusta saber la distancia final recorrida y el tiempo empleado, así como el desnivel positivo acumulado. Después unas cervezas y unas tapillas aclaran las gargantas y reconfortan los cansados cuerpos.

 
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 Los datos finales son como sigue:
Distancia total recorrida: 23,71 km
Tiempo total empleado: 08:41 h
Desnivel positivo acumulado: 1.553 m

Podéis bajaros esta ruta para GPS en la siguiente dirección de wikiloc:
Texto y fotografías: Arielle & Enric

viernes, 2 de marzo de 2012

La Cueva del Agua



 
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Hace unas semanas, comentando con gente del Club de Montaña “Elimán” de Frigiliana la dificultad de hacer una travesía de varios días por la Sierra de Almijara por la escasez de lugares donde abastecerse de agua, nos comentaron que cerca de Los Tajos del Sol existe una pequeña oquedad con agua todo el año, donde poder abastecerse en momentos de apuro. ¡Había que investigarlo! Así que el 28 de febrero, día de Andalucía, salimos  con el objetivo de hallar la Cueva del agua.

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Queríamos dejar el coche en “El Pinarillo” pero el carril está en bastante mal estado y cuando, a 1 km más o menos después de haber pasado La Cueva de Nerja, el coche se cala por tercera vez dijo Arielle; “Se acabó, nos vamos andando” (esto nos añade unos cuantos kilómetros de más al recorrido).


Como casi siempre llegamos más tarde de lo previsto, dejamos el coche en el lateral de la pista y empezamos a caminar disfrutando del frescor de la mañana. Ambos hemos cogido la costumbre de “volar” literalmente hablando cuando vamos por pistas, máxime cuando el lugar lo conocemos de sobra, así que en un abrir y cerrar de ojos recorremos los casi 4 km que nos separan de “El Pinarillo”. La humedad ambiental en este cerrado día nos está


haciendo sudar más de lo previsto. Tras una breve parada para adecuar nuestra vestimenta al plomizo día continuamos hacia la Fuente del Esparto. Pronto empieza a engullirnos una


densa y espesa niebla. La larga subida hacía el Collado de la Puerta, la hacemos envueltos


entre oscuras nubes, mucha humedad y poca visibilidad. La velocidad con la que subimos,


hace que sudemos la gota gorda. Al llegar al Collado de la Terriza, la niebla parece estar


perdiendo poco a poco la batalla contra los rayos de sol. A pesar de ello todavía estamos en medio de la “nada”, ni siquiera el profundo Barranco de Cazadores se divisa a nuestros pies. Ascendemos hasta el Collado de La Puerta entre procesiones de viajeras nubes. En el

 
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mismo collado paramos para tomar algo, llevamos ya casi 9 kilómetros a buen paso. Desde


aquí deberíamos ver la imponente pirámide pétrea de la Torre del Almendrón justo delante nuestro, pero un tupido manto blanco cubre todo el horizonte. De pronto y ante nuestros

 
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ojos, en un claro entre tinieblas, aparecen las cimas del Almendrín y el Almendrón en toda su grandiosidad.


Tras tomar unos frutos secos y aprovechar para inmortalizar efímeros momentos (nunca habíamos visto este espectacular juego de los rayos del sol con la niebla) seguimos. Según


vamos subiendo, la niebla va quedando por debajo y vemos todo el barranco de Cazadores relleno con un mar de nubes.


Traspasamos el Almendrón, bajamos al Collado de la Mina de la Buena Fe y empezamos a

 
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ascender hacia el Nido de Buitre. Cerca de su cumbre ya tenemos una visión completa de

 
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los Tajos del Sol. A nuestro frente vemos el largo muro pétreo donde nos han indicado que está la cueva y con los prismáticos oteamos la ladera en busca de un indicio de abertura.


Podemos distinguir claramente una mancha negra que podría ser una cueva, justamente delante de nosotros, parece que está a la misma altura a que nos encontramos (1.560 m) y decidimos ir a investigar. Desde aquí ya no hay sendero evidente, tendremos que ir por intuición salvando la espesa vegetación y los desniveles; nos separamos y cada uno intenta seguir su instinto para llegar a donde adivinamos que puede estar. A veces, las encinas impiden el paso y hay que rodearlas, otras veces sorteamos pasos muy inclinados de incómodas piedras sueltas, pero llegamos sin problema. Estábamos en lo cierto; lo que


divisamos desde lo lejos es la cueva que estamos buscando. La entrada no es muy grande y enseguida se inclina hacía abajo unos dos metros, hay que entrar casi a rastras. Hemos


traído un frontal pero, al estar la superficie acuosa completamente quieta y transparente, no vemos el agua hasta que casi nos caemos dentro. Pero si, allí está, un abrevadero de transparente y pura agua en el interior de un recoveco rocoso. Aunque siempre va a coger a trasmano de cualquier sendero, en un apuro puede venir bien saber de su existencia y ubicación.


Desde la misma entrada de la cueva y un poco por abajo, hemos visto algo que se parecía a una construcción. Decidimos ir a comprobarlo. Efectivamente es una pequeña edificación rectangular construida aprovechando un saliente en la pared. Está formada por tres gruesos muros de piedras en escalera que se apoyan sobre la roca madre, más bien parece un lugar donde pernoctar. ¿Será la “Mina de la Cruz” que sale en nuestro mapa a unos 200 metros de aquí? No tenemos ni idea lo que puede ser ni para lo que servía. Especulamos que fuera el lugar donde descansaban los trabajadores de la Mina y, siguiendo las indicaciones de


nuestro mapa, procedemos a la búsqueda de la dichosa mina. No la encontramos aunque está indicada en el mapa, así que decidimos dar por finalizada esta pequeña investigación (el tiempo se nos echa encima), al menos con la satisfacción de haber encontrado el agua.


Emprendemos el regreso bajando por la empinada torrentera que constituye el Barranco de la Charca. Destrepamos con mucho cuidado por entre grandes rocas y piedras sueltas. La inclinación del barranco hace que en poco recorrido bajemos muchos metros. Pronto

 
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desembocamos en el Barranco de Cazadores donde nos vuelve a recibir la densa niebla que

 
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no se ha disipado en todo el día. El resto del camino de vuelta nos es de sobra conocido así que, sin apenas parar, volvemos hasta el Pinarillo por la vereda de las Minas, atravesando


las húmedas nubes que cubren el escarpado barranco. Ya en la pista volvemos a “volar” a un ritmo muy ligero. Entre el cielo cubierto y la llegada de la noche la luz pierde intensidad y llegamos hasta el vehículo casi a oscuras entre charlas de nuevas excursiones.

 
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Texto y Fotografías: Arielle & Enric
Podéis bajar la ruta para gps en el siguiente enlace:

Por unos errores técnicos no disponemos de muchos de los datos que habitualmente facilitamos sobre el recorrido de la ruta, aunque los más relevante si os lo podemos facilitar:
Distancia total recorrida: 21,84 km
Desnivel positivo: 1.576 m
El tiempo empleado fue de unas nueve horas aproximadamente.