miércoles, 27 de agosto de 2014

Curavacas. El techo de la montaña Palentina




Parafraseando a Carlos Manuel Martín Jiménez en su libro “Rutas para descubrir la montaña Palentina. …/… “Parecía inexcusable iniciar nuestro acercamiento a la montaña palentina planteando un itinerario que conduzca a la cumbre del pico que posiblemente ostente su máxima representación. El Curavacas


También a nosotros nos pareció la mejor manera posible de estrenarnos en la montaña palentina el hacer la clásica ascensión al Curavacas, una impresionante mole pétrea que se alza hasta los 2.525 m, y que vista desde su vertiente sur, aparece como un atractivo e inexpugnable murallón rocoso de un indefinido color obscuro matizado de verde.


Así que el día 15 de Agosto, ultimamos nuestro proyecto. Nos desplazamos hasta la localidad de Vidrieros partiendo desde nuestro campamento en Cervera de Pisuerga. Tomamos la carretera local P-210 que une Cervera de Pisuerga con Velilla del Río Carrión, nos desviamos hacia Triollos y desde allí hasta Vidrieros, nuestro punto de inicio. En esta pequeña localidad podemos dejar nuestro vehículo en la misma plaza o en los alrededores, lugar de inicio de la ruta.


Comenzamos desde la misma plaza de la villa, tomando por la calle Chica que con rapidez nos saca a los exteriores de la aldea. A nuestra izquierda parte una deliciosa pista en dirección NW, entre extensos prados bordeada por los típicos muretes de piedra.


A pesar de encontrarnos en el corazón del verano, y de que el día amanece despejado y claro, un frío viento del sur nos recibe con 6º, lo que hace que tengamos que abrigarnos bien. La pista es cómoda, caminamos agradablemente y con rapidez atravesamos la zona de pastizal donde sestean hermosas vacadas. Por nuestra izquierda nos acompaña el arroyo de Cabriles flanqueado por verde y frondoso ribazo de abedules y sauces. Al poco de cruzar un puente, justo a nuestra derecha, tomamos una pista (dirección N) bastante pedregosa y en peor estado.



El carril asciende decididamente por la colina, a nuestra derecha queda ahora el arroyo de Cabriles sombreado por un frondoso bosque ribereño a base de avellanos, abedules, sauces y robles, y flanqueado por una miríada de grandes arbustos además de un bonito sotobosque herbáceo. Más adelante nos tropezamos con una primera cancela que debemos cruzar y cerrar tras nuestro paso.


Continuamos con el cómodo ascenso a la vez que el camino se aleja del arroyo. Un poco después, tras traspasar otra cancela que deberíamos cerrar una vez atravesada, la vereda se hace más pedregosa a la vez que se introduce por un bonito robledal acompañado de abedules, avellanos y sauces. Grandes genistas y bonitos brezos conforman a primer golpe de ojo la frondosa vegetación del lugar.


Mientras disfrutamos del bosque, carril y arroyo vuelven a unirse refrescando el camino con su tupida y fresca sombra, por nuestra izquierda aparece una atractiva turbera cubierta casi en su totalidad por el brezo de turbera (Erica tretalix) y salpicada de esquivas orquídeas (Dactylorhiza maculata). La vereda se torna más rocosa mientras sigue con su moderado ascenso.


Hacia los 1.500 m termina casi de sopetón el bosque, en seguida nos encontramos en medio de un largo y verde prado lleno de flores y mariposas, desde donde tenemos, quizás, las mejores vistas de los imponentes contrafuertes del Curavacas. La emoción nos empieza a embriagar ante tal presencia. Hacia los 1.580 m acabamos de atravesar el prado para cruzar nuevamente el arroyo. Hay que aprovechar ahora para abastecernos de agua, puesto que este es el último punto donde la encontraremos antes de la verdadera ascensión.


Tras una primera acometida, nos plantamos en los 1.770 m, tras traspasar la primera parte de un larguísimo pedregal que serpentea entre grandes piornos. Retomamos el resuello en un pequeño balcón con la vista puesta siempre en los imponentes acantilados de cumbre. Si miramos hacia el S, las vistas empiezan a ampliarse. A nuestros pies se extiende el amplio valle, con Vidrieros y los prados que le rodean hacia el fondo de la llanada.


Tras un corto descanso proseguimos la empinada ascensión, el desnivel es bastante considerable a través del gigantesco pedregal que se nos antoja interminable. Tratamos de evitar el desliz de las piedras bordeando el cantizal, poco a poco, cansinamente alcanzamos los 2.060 m de altitud, justo en la base de los primeros contrafuertes de los verticales muros de conglomerado. Hasta aquí hemos necesitado fortaleza física, a partir de este punto hay que añadir destreza y valentía.


Otro corto descanso nos ayuda a calmar la fatiga. El viento gélido azota más fuerte nuestros sudorosos cuerpos, nos cubrimos con algo más de ropa y continuamos.
Desde aquí nos introducimos por un amplio canal, pedregoso, más rocoso y estrecho a medida que seguimos ganando altura. Las nubes ganan la batalla y el viento nos trae una ligera neblina que limita mucho la vista.


Tras otro corto impulso alcanzamos la base del Diente de Oso. Tomamos por nuestra izquierda la trocha que se introduce de pleno en la parte más estrecha de la canal. Necesitamos de la ayuda de las manos para salvar unos estimulantes roquedos hasta alcanzar una alta repisa (2.450 m), donde el sendero abandona la vertiente sur para tomar por un pétreo y vertical pasillo el paso hacia la vertiente norte,  por donde realizaremos la última parte de la ascensión.


Este paso no resulta demasiado complicado, es verdad que es algo aéreo pero está bien marcado y no tiene pérdida. Otra cosa distinta será en pleno invierno con el camino helado, entonces supongo que esta última parte se convertirá en una especie de congelada escalera de hielo con bastante peligro.


El último tramo hasta la cumbre por la vertiente norte resulta muy sencillo y es bastante cómodo. Si se puede hay que disfrutar de las vistas ascendiendo con tranquilidad. A nosotros la niebla nos impidió este disfrute y sólo en algunos claros entre las nubes, se nos dio oportunidad de admirar el impresionante paisaje.


En la cumbre (2.525 m) el viento estaba en calma y el frío era soportable. Después de felicitarnos por la llegada, comimos algo sentados sobre la base de vértice geodésico. No dejamos de admirar las vistas en las pocas ocasiones que la niebla nos dejó, pero aun así nos llevamos unos imborrables recuerdos de esta magnífica montaña.


La vuelta la hicimos por el mismo camino, hay que tener cuidado con las bajadas, especialmente en la zona desde la alta repisa sur hasta la base de la canal, es una zona con mucho desnivel, rocoso y con piedras sueltas. El resto, un verdadero disfrute para los sentidos.


Los datos finales para los amantes de las estadísticas son como siguen:

Distancia total recorrida: 12,13 Km
Tiempo total empleado: 8:58 h (5:26 h en movimiento; 3:32 h parados)
Desnivel total acumulado: 1.098 m
Velocidad media en movimiento: 2,20 Km/h


Texto y Fotografías: Arielle & Enric para Senderos del Sol ©