viernes, 10 de febrero de 2012

Desde la Playa al Cielo


Circular: Maro - Alto del Cielo
Sierra de Almijara

Un racheado y frío vendaval “ennortado” azota los cristales de nuestra casa mientras decidimos qué hacer. De ninguna manera nos apetece pasar este fin de semana encerrados por el gélido viento. Mirando los mapas resolvemos retomar una de las viejas ideas que siempre nos quedan por el cajón de los deseos. Subiremos al Cielo desde la Playa. ¡Que sugerente! Y, de paso, ya tenemos el título para nuestro relato.


 
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Mapa en mano decidimos el recorrido. Parece largo y tiene un buen desnivel, justo lo que nos gusta. Así que este mismo domingo (29-1-12) nos ponemos en marcha.

 
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El trayecto comienza muy cerca de la aldea de Maro. Unos doscientos metros después de atravesar la población dirección a Almuñecar (N340A) desde Málaga, un poco antes de la entrada al camping de Maro, parte un carril por nuestra izquierda, primero asfaltado y después de tierra, que llega hasta un lugar conocido como “Nacimiento”. Esta es la zona donde el pueblo de Maro se abastece de agua potable.


Está situado justo debajo de la Autovía A7. Entre el conjunto de pilares que forma el viaducto y cerca del arrollo


dejamos el coche. La mañana nos recibe con un ambiente luminoso e invernal. El viento nos azota los rostros mientras nos preparamos. Bien acondicionados, guantes en manos y cuellos cubiertos, tomamos los bastones y empezamos a caminar por una pista que serpentea ascendiendo por la ladera. El camino, muy evidente en un


principio, se solapa entre el paisaje al coronar un primer cabezo. Hemos ganado la suficiente altura para contemplar la bonita estampa del cercano mediterráneo que centellea como un espejo en la radiante mañana. Hacia poniente reconocemos la cadena que forma el Tajo de los Bueyes (612 m). Las boscosas laderas brillan


con un fosforescente verdor. El frío viento ha dejado la atmósfera límpida. Llaneamos por un delicioso camino


entre frondosos pinares y azulados campos de olivos. En seguida la pista pasa a sendero y se embosca por el tupido y oscuro pinar. Entre las aulagas y los romeros, en los recodos más umbrosos, destacan los ruscos (Ruscus aculeatus) con sus apetitosas y atractivas bayas de un rojo brillante. El camino es un constante subir y


bajar hasta que desembocamos en el lecho de un arroyo. Se continua largo rato por el fondo del barranco, entre blancas rocas pulidas por el paso del agua y el pedregoso lecho. El lugar es muy lóbrego, reina una fresca


humedad. Una maravillosa máquia mediterránea ocupa todo el espacio, la visión es muy reducida entre la


maraña de la vegetación. Al poco, en un recodo, un gran hito nos indica que tenemos que dejar el arroyo para empezar a trepar por la selvática ladera. A medida que vamos ganando altura el bosque se aclara y las aulagas, romeros y enebros ganan posiciones. Sus punzantes hojas empiezan a molestar. Encontramos un primer cruce y tomamos izquierda (NW). La vereda sigue ganando altura con rapidez. En un collado observamos en la lejanía la




blanca loma de la Maroma hacia poniente. La nevada de ayer ha sido copiosa. Nos cruzamos con unos ciclistas,


 
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bici de montaña al hombro por el sendero, y pronto llegamos hasta la atalaya que ocupa el derruido Cortijo del 


 
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Molinero. Las vistas desde el caserío son soberbias, vemos toda la línea de la cercana costa con el mar que refulge brillante entre azules y amarillos hasta obligarnos a protegernos los ojos mientras oteamos la amplitud


 
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de la escena. Poco más que los muros del cortijo quedan en pie, pero podemos ver los pesebres con las anillas para atar las bestias o la chimenea en una esquina. Admiramos las vistas desde sus ventanas e intentamos imaginar cómo sería la vida en este cortijo.


 
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Sin más demora continuamos por la vereda que se vuelve a emboscar entre el tupido pinar. El camino llanea falsamente para desembocar con rapidez en la pista conocida como “la Subida al Cielo”. Estamos ya en el clásico camino forestal que bordea el Barranco del Romero. La amplitud nos permite las charlas mientras caminamos




juntos hasta el Cortijo de la Civila. El viento sigue azotando con fuerza. Sin pausa continuamos por el tradicional sendero hacia el Cielo. Ganamos altura al mismo tiempo que desaparece el bosque. El matorral es denso pero bajo, los paisajes se agrandan. Ya tenemos más que conocido el camino y paramos poco. Después de alcanzar


 
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 un primer balcón, hacia el NE vemos destacar la redondeada figura de la cumbre. El viento sigue golpeándonos sin piedad. Las mordidas de las rachas de viento cortan como navajas. Queríamos comer en la misma cumbre, pero con este vendaval decidimos buscar cobijo antes de llegar a la cima, en una cercana pared, y tomarnos un


 
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 bocado con rapidez. Tras el refrigerio partimos apresuradamente, no queremos enfriarnos. Alcanzamos la base pétrea final y comenzamos la parte más empinada. A pesar del sol, todavía queda algo de nieve y hielo y las frías piedras nos acompañan mientras alcanzamos la cima.





Nos recibe un imponente vendaval que hiela los rostros. Apenas podemos disfrutar un poco de las vistas. La


 
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Navachica por el norte blanquea con una fina capa de nieve. Los Tajos del Sol y el Almendrón comparten la vista por poniente con la imponente Maroma en la lejanía. Por el sur es todo mediterráneo, unos brillos amarillos y blancos deslumbran la vista. Por el este una sucesión de cerros y barrancos desembocan hasta la lejana Sierra de Lújar y la costa de Motril. No puedo dejar de anotar la grandiosidad de esa inmensa blanca mole que es Sierra Nevada.


 
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No nos detenemos ni cinco minutos. Comenzamos a bajar precipitadamente. El camino no está señalizado e intuitivamente culebreamos por el poniente hasta alcanzar el sendero de la media luna que luce más abajo. Una vez en él, todo se torna fácil. La vereda es muy evidente y sólo tenemos que dejarnos llevar. La senda se ondula por la ladera de la Umbría del Lobo. Esta ladera está a sotavento y el camino nos resulta cálido sin el azote del frío viento.





 Con gran rapidez descendemos hasta alcanzar el Barranco de la Higuera, que desemboca en el famoso Barranco de los Cazadores. Desde aquí todo es pista. Primero llegamos al área recreativa del Pinarillo, donde descansamos al abrigo del viento y encarados al cálido sol del atardecer. Después por la pista en aproximadamente una hora llegamos hasta las Cuevas de Nerja. Desde aquí y, por la carretera, accedemos a la aldea de Maro para cruzarla y finalmente cerrar el círculo en donde dejamos el coche. Se podría ir a Maro directamente desde las Cuevas de Nerja, por un paso peatonal elevado, cruzando la A7, pero hoy está en obras y cerrado al paso del público. El trayecto por la pista desde las Cuevas de Nerja hasta el Pinarillo, que en coche siempre nos resulta un poco pesado, a pie nos ha resultado muy agradable y nada largo.



Terminamos el día deleitándonos con una puesta de sol de escándalo desde los acantilados de Maro-Cerro Gordo. Un gran final a un día estupendo.



En nuestra opinión este trayecto aúna todos los ingredientes para recorrerlo con gusto. Es lo suficiente largo para pasar un agradable día, tiene un importante desnivel pero se sube con facilidad, resulta delicioso su transitar por senderos y veredas entre frondosos pinares y luminosos campos de olivos. Una última y vertiginosa subida acompaña a un descenso, inicialmente empinado, pero fácil y nada estridente. Os aconsejamos este trayecto para subir hasta el Alto del Cielo, resulta más gratificante que el clásico desde el cruce del Pinarillo.


Los datos finales son como siguen:
Distancia total recorrida: 21,87 km
Tiempo total empleado: 08:34 h
Tiempo en movimiento: 06:23 h
Tiempo parados: 02:11 h
Velocidad media en movimiento: 3,5 km/h
Desnivel total acumulado: 1.625 m

Podéis bajaros esta ruta para GPS en la siguiente dirección de wikiloc:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2447388
Texto y fotografías: Arielle & Enric

1 comentario:

  1. Se ve que el Cielo está muy solicitado últimamente...

    Hace unos días habría leído con "envidia" ;) esta estupenda crónica....ya no!! :)

    Yo también he tenido la oportunidad de subir allá hace unos días, por fin.

    Vuestra ruta, descrita tan detalladamente, es de verdad una maravilla, no sólo por el recorrido; qué original salir desde la misma orilla del mar...

    Las fotos son preciosas, y la de la puesta de sol efectivamente, de escándalo.

    Nos vemos muy prontito, no...? ;)

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