Parafraseando a
Carlos Manuel Martín Jiménez en su libro “Rutas para descubrir la montaña
Palentina. …/… “Parecía inexcusable iniciar nuestro acercamiento a la montaña
palentina planteando un itinerario que conduzca a la cumbre del pico que
posiblemente ostente su máxima representación. El Curavacas”
También a nosotros
nos pareció la mejor manera posible de estrenarnos en la montaña palentina el
hacer la clásica ascensión al Curavacas, una impresionante mole pétrea que se
alza hasta los 2.525 m, y que vista desde su vertiente sur, aparece como un
atractivo e inexpugnable murallón rocoso de un indefinido color obscuro
matizado de verde.
Así que el día 15 de
Agosto, ultimamos nuestro proyecto. Nos desplazamos hasta la localidad de
Vidrieros partiendo desde nuestro campamento en Cervera de Pisuerga. Tomamos la
carretera local P-210 que une Cervera de Pisuerga con Velilla del Río Carrión,
nos desviamos hacia Triollos y desde allí hasta Vidrieros, nuestro punto de
inicio. En esta pequeña localidad podemos dejar nuestro vehículo en la misma
plaza o en los alrededores, lugar de inicio de la ruta.
Comenzamos desde la
misma plaza de la villa, tomando por la calle Chica que con rapidez nos saca a
los exteriores de la aldea. A nuestra izquierda parte una deliciosa pista en
dirección NW, entre extensos prados bordeada por los típicos muretes de piedra.
A pesar de encontrarnos en el corazón del verano, y de que el día amanece
despejado y claro, un frío viento del sur nos recibe con 6º, lo que hace que
tengamos que abrigarnos bien. La pista es cómoda, caminamos agradablemente y
con rapidez atravesamos la zona de pastizal donde sestean hermosas vacadas. Por
nuestra izquierda nos acompaña el arroyo de Cabriles flanqueado por verde y
frondoso ribazo de abedules y sauces. Al poco de cruzar un puente, justo a
nuestra derecha, tomamos una pista (dirección N) bastante pedregosa y en peor
estado.
El carril asciende
decididamente por la colina, a nuestra derecha queda ahora el arroyo de
Cabriles sombreado por un frondoso bosque ribereño a base de avellanos,
abedules, sauces y robles, y flanqueado por una miríada de grandes arbustos
además de un bonito sotobosque herbáceo. Más adelante nos tropezamos con una
primera cancela que debemos cruzar y cerrar tras nuestro paso.
Continuamos con
el cómodo ascenso a la vez que el camino se aleja del arroyo. Un poco después,
tras traspasar otra cancela que deberíamos cerrar una vez atravesada, la vereda
se hace más pedregosa a la vez que se introduce por un bonito robledal acompañado
de abedules, avellanos y sauces. Grandes genistas y bonitos brezos conforman a
primer golpe de ojo la frondosa vegetación del lugar.
Mientras disfrutamos
del bosque, carril y arroyo vuelven a unirse refrescando el camino con su
tupida y fresca sombra, por nuestra izquierda aparece una atractiva turbera
cubierta casi en su totalidad por el brezo de turbera (Erica tretalix) y
salpicada de esquivas orquídeas (Dactylorhiza maculata). La vereda se torna más
rocosa mientras sigue con su moderado ascenso.
Hacia los 1.500 m
termina casi de sopetón el bosque, en seguida nos encontramos en medio de un
largo y verde prado lleno de flores y mariposas, desde donde tenemos, quizás,
las mejores vistas de los imponentes contrafuertes del Curavacas. La emoción
nos empieza a embriagar ante tal presencia. Hacia los 1.580 m acabamos de
atravesar el prado para cruzar nuevamente el arroyo. Hay que aprovechar ahora
para abastecernos de agua, puesto que este es el último punto donde la
encontraremos antes de la verdadera ascensión.
Tras una primera
acometida, nos plantamos en los 1.770 m, tras traspasar la primera parte de un
larguísimo pedregal que serpentea entre grandes piornos. Retomamos el resuello
en un pequeño balcón con la vista puesta siempre en los imponentes acantilados
de cumbre. Si miramos hacia el S, las vistas empiezan a ampliarse. A nuestros
pies se extiende el amplio valle, con Vidrieros y los prados que le rodean
hacia el fondo de la llanada.
Tras un corto
descanso proseguimos la empinada ascensión, el desnivel es bastante
considerable a través del gigantesco pedregal que se nos antoja interminable.
Tratamos de evitar el desliz de las piedras bordeando el cantizal, poco a poco,
cansinamente alcanzamos los 2.060 m de altitud, justo en la base de los
primeros contrafuertes de los verticales muros de conglomerado. Hasta aquí
hemos necesitado fortaleza física, a partir de este punto hay que añadir
destreza y valentía.
Otro corto descanso
nos ayuda a calmar la fatiga. El viento gélido azota más fuerte nuestros
sudorosos cuerpos, nos cubrimos con algo más de ropa y continuamos.
Desde aquí nos
introducimos por un amplio canal, pedregoso, más rocoso y estrecho a medida que
seguimos ganando altura. Las nubes ganan la batalla y el viento nos trae una
ligera neblina que limita mucho la vista.
Tras otro corto impulso alcanzamos la
base del Diente de Oso. Tomamos por nuestra izquierda la trocha que se
introduce de pleno en la parte más estrecha de la canal. Necesitamos de la
ayuda de las manos para salvar unos estimulantes roquedos hasta alcanzar una
alta repisa (2.450 m), donde el sendero abandona la vertiente sur para tomar
por un pétreo y vertical pasillo el paso hacia la vertiente norte, por donde realizaremos la última parte
de la ascensión.
Este paso no resulta
demasiado complicado, es verdad que es algo aéreo pero está bien marcado y no
tiene pérdida. Otra cosa distinta será en pleno invierno con el camino helado,
entonces supongo que esta última parte se convertirá en una especie de
congelada escalera de hielo con bastante peligro.
El último tramo
hasta la cumbre por la vertiente norte resulta muy sencillo y es bastante cómodo.
Si se puede hay que disfrutar de las vistas ascendiendo con tranquilidad. A
nosotros la niebla nos impidió este disfrute y sólo en algunos claros entre las
nubes, se nos dio oportunidad de admirar el impresionante paisaje.
En la cumbre
(2.525 m) el viento estaba en calma y el frío era
soportable. Después de felicitarnos por la llegada, comimos algo sentados sobre
la base de vértice geodésico. No dejamos de admirar las vistas en las pocas
ocasiones que la niebla nos dejó, pero aun así nos llevamos unos imborrables
recuerdos de esta magnífica montaña.
La vuelta la hicimos
por el mismo camino, hay que tener cuidado con las bajadas, especialmente en la
zona desde la alta repisa sur hasta la base de la canal, es una zona con mucho
desnivel, rocoso y con piedras sueltas. El resto, un verdadero disfrute para
los sentidos.
Los datos finales para los amantes de las estadísticas son como siguen:
Distancia total recorrida: 12,13 Km
Tiempo total empleado: 8:58 h (5:26 h en movimiento; 3:32 h parados)
Desnivel total acumulado: 1.098 m
Velocidad media en movimiento: 2,20 Km/h
Texto y Fotografías: Arielle & Enric para Senderos del Sol ©