sábado, 23 de febrero de 2013

Los Acantilados de Maro-Cerro Gordo





No podemos negar la obsesiva atracción que sentimos por las zonas acantiladas litorales. Esa sensación de pequeñez que nos queda al contemplar desde sus altos miradores los amplísimos horizontes, la desbordante luz, la cambiante lámina acuosa y la indefinida vírgula que configura la unión del mar y el cielo son suficiente atractivo. Si a ello añadimos una lujuriante vegetación que tapiza los verticales roquedos hasta casi la misma línea del mar y un sinfín de atalayas desde donde apreciar el mundo natural y sus más hermosos fenómenos en toda su extensión, son razones más que suficientes para intentar recorrer este pequeño espacio casi virginal que se ha salvado de la atroz codicia urbanística.



Esto es lo que encontraremos en esta pequeña reserva natural que conforma el Paraje Natural Acantilados de Maro-Cerro Gordo.



A grandes rasgos el paisaje se compone de una sucesión de escabrosos acantilados y barrancos intercalados de playas y pequeñas calas (algunas de difícil acceso), salpicados de viejas torres vigías (algunas restauradas, otras privadas) que todavía mantienen el romanticismo de antaño.



El paraje natural ocupa una extensión de 1.814,68 hectáreas y se extiende desde la torre de vigilancia de Maro (Ma) hasta la cala Calaiza (Gr), e incluye una franja marítima de gran valor ecológico. En la zona costera se desarrollan exuberantes máquias mediterráneas y frondosos pinares donde todavía perduran muchas especies que en la actualidad son poco comunes, incluso algunos endemismos importantes.


Para el inicio de la ruta nos trasladamos hasta el acceso habilitado desde donde poder descender hasta la Playa del Cañuelo (36º44’56’’N-3º46’59’’W – 150 m), situado en un lateral de la antigua carretera N-340 justo después de entrar en la provincia de Málaga (si venimos desde Almuñécar) o, antes de atravesar el límite provincial malagueño si venimos desde Nerja. En dicho punto podemos aparcar el coche.



Esta ruta es poco más que un paseo, comenzamos caminando por una polvorienta pista que zigzaguea entre olivos y manchas de pinar descendiendo cómodamente hasta la misma playa. Al bajar por estas lomas vemos hacia poniente los acantilados que albergan la coqueta playa del Inglés con la Torre del Pino en lo alto, lástima que sea una propiedad privada. El día templado y soleado nos va a permitir disfrutar al máximo de las vistas y el entorno que ya adivinamos a medida que avistamos la playa.



Pronto alcanzamos la misma playa del Cañuelo (36º44’44’’N-3º47’24’’W – 0 m). La encontramos solitaria; estamos a martes en el mes de febrero. Aunque el día es fabuloso, los restos del fuerte vendaval que hemos sufrido en días pasados todavía levanta elegantes



olas ornadas de blanca y brillante espuma que refulgen en nuestros ojos. Sólo nos acompañan algunos grupos de gaviotas. Tenemos que recorrer toda la línea arenosa de poniente a levante hasta alcanzar los acantilados por donde, entre una tupida maraña de



lentiscos, palmitos, romeros y bayones, llegamos al sendero (36º44’36’’N-3º47’14’’W – 15 m). En este tramo coincidimos con el trazado del GR-92 o Sendero del Mediterráneo que recorre toda la costa mediterránea española desde Tarifa hasta Gerona.



Empezamos ascendiendo entre una espesa vegetación que repentinamente se aclara y se torna rala al alcanzar una zona antiguamente abancalada desde donde se nos ofrecen unas impresionantes vistas. Por debajo tenemos la Cala de los Cañuelos, al pie occidental del Peñón del Fraile, un saliente rocoso densamente boscoso donde también vemos restos de



antiguas construcciones, seguramente de vigilancia. Hacemos la correspondiente visita y nos asomamos hasta su punta en donde contemplar los vuelos de cormoranes y gaviotas que campean por estos lares.



Entre el Peñón del Fraile y la contigua Punta Caleta se extiende la preciosa Playa de las Doncellas, solitaria, casi inaccesible, vigilada por altos riscos que guardan celosamente su belleza. Hay que llegar hasta ella para comprender su atractivo.



Volvemos sobre nuestros pasos hasta retomar el sendero (Gr-92). Después de un corto trayecto llegamos a otro cruce en donde tomaremos dirección S para visitar Punta Caleta



con su torre vigía del mismo nombre. Después desandaremos el camino y recuperaremos el trazado del Gr-92, que ahora llanea entre un denso pinar en dirección E. Por nuestra



izquierda aparece la impresionante pared rocosa de los Tajos del Calderero que se alzan verticalmente hasta los 239 m conformando la parte más agreste de Cerro Caleta. Al poco cambiamos ya de vertiente vislumbrando hacia lo hondo la conocida Playa de Cantarriján.



Descendemos las últimas lomas del cerro hasta alcanzar el boscoso barranco de Cantarriján, que a su vez conforma la divisoria entre las provincias de Málaga y Granada. Abandonamos el lecho del barranco para dirigirnos hasta la playa. Es casi de obligado cumplimiento el tomarse una cervecita o un refrescante vino blanco en alguno de sus chiringuitos. Nosotros así lo hicimos.



Tras el vino y unas tapillas a base de pescado, retomamos el camino buscando el barranco de Cantarriján, por donde vamos ascendiendo siguiendo su sinuoso trazado algo así como 2 km. Hay que fijarse bien para tomar por nuestra izquierda (dirección NW) el inicio de un



sendero que aparece en un lateral del barranco pero que está muy bien indicado (puntos de pintura verde fosforescente). Dicho sendero atraviesa otro frondoso pinar donde vemos algunas orquídeas y demás bellezas vegetales, al mismo tiempo que hacemos la última ascensión que nos lleva hasta el punto de inicio dando así por concluido este delicioso paseo, adecuado para cualquier mañana que tengamos libre.


No pudimos ni quisimos desperdiciar tan magnífico día y tan estupenda tarde que se nos presentó, así que aprovechamos la bonanza del tiempo y nos instalamos cómodamente a esperar la puesta de sol y ... la espera valió la pena.




Los datos finales para los amantes de las estadísticas son como siguen:

Distancia total recorrida: 6,74 km
Tiempo total empleado: 06:18 horas (02:05 h en movimiento y 04:13 h parados)
Desnivel total acumulado: 407 m
Velocidad media en movimiento: 3,23 km/h



Texto y Fotografías: Arielle & Enric para Senderos del Sol ©

Si queréis bajaros la ruta para GPS mirar <aquí>

sábado, 9 de febrero de 2013

A vueltas por el Daire



El Cortijo del Daire en el mismo corazón de Sierra de Almijara, no deja indiferente al visitante; sus ruinas dan muestra de un floreciente pasado favorecido por su situación a cobijo de fríos vientos del NW, la cercana disponibilidad de agua con los caudales permanentes de los arroyos de las Majadillas y Zarzadilla, y la feracidad de los campos que verdean a sus pies.



Con este eje como línea conductora ideamos una ruta que, de forma circular, nos permitiera recorrer los puntos más destacados de sus alrededores. Para ello ascenderemos en dirección N-NW ladeando la loma del Daire hasta alcanzar la vereda de Cómpeta, desde aquí y, tomando dirección E-NE atravesaremos el Collado de los Hornillos, superaremos el Puerto del Daire salvando los Tajos de la Mota hasta casi alcanzar el Collado de La Perdiz, donde cambiaremos a dirección S para cruzar las Crestas de los Civiles y descender hasta el Cortijo del Mirlo, desde donde ya por pista, retornaremos al Cortijo del Daire.


El camino coincide plenamente con la ruta-13 (pg. 196-205) descrita en el libro de Rafael Flores, Sierras Tejeda y Almijara. Guía del Excursionista de Editorial la Serranía.
Pensamos que este recorrido satisface plenamente nuestros deseos de conocer con mayor profundidad estos fascinadores parajes y hacernos una idea del tipo de vida a la que se enfrentaron los habitantes de estos lares, así que seguiremos al pie de la letra el recorrido descrito.



Al Cortijo del Daire se llega bien desde Cómpeta (esta forma de acercarse ya está publicada en el libro anteriormente reseñado) o, como hicimos nosotros, desde Frigiliana, tomando dirección el Acebuchal para, justo antes de iniciar el descenso hasta la aldea, continuar de frente por la pista que atraviesa primero Venta Cebollera, asciende el Puerto de Páez Blanca y arriba hasta el Daire. La pista está en relativamente buen estado aunque sería aconsejable usar un 4x4 para mayor seguridad. Nosotros lo hicimos con un vehículo de los normales sin tener más contratiempos que el de mantener atención al desprendimiento de piedras en la calzada o zanjas producidas por las lluvias.
Para que resulte menos problemática la aproximación desde Frigiliana hasta el Punto de Inicio de la ruta, hemos publicado en wikiloc un track para vehículos. Podéis acceder a él desde <aquí>.



Para el inicio de la ruta tendremos que desplazarnos aproximadamente dos kilómetros más hasta llegar a la zona donde se comienza el sendero. Está en un ancho del camino donde se puede aparcar con comodidad, las coordenadas del aparcamiento son las siguientes: 36º50’58’’ N:3º55’53’’W (898 m).
Desde el mismo inicio ya podemos hacernos una idea del recorrido porque podemos observar la mayor parte de los accidentes geográficos que pretendemos alcanzar.



Con buen ánimo nos hacemos al paso, es un día soleado, bastante ventoso y algo frío. Comenzamos ascendiendo la vertiente occidental de la Loma del Daire en dirección N por una vereda bien señalizada y bastante marcada, al principio entre un amplio y claro romeral que, después de torcer en dirección NW, desemboca en una pequeña zona de pinar para a continuación, atravesar una molesta área de grandes aulagas que ralentizan el paso. Un poco más arriba el camino comienza a descender de forma ligera hasta llegar al pedregoso lecho del arroyo de los Pradillos al que cruzamos sin contratiempo ascendiendo por la otra vertiente, el talud del barranco, hasta acceder a la vereda de Cómpeta (36º51’41’’N:3º55’45’’W - 1.075 m).



Desde este punto vemos por nuestra izquierda la Venta Cándido en el camino de Cómpeta. Nosotros tomamos dirección contraria por la cómoda vereda que, en esta parte del trayecto coincide con el GR-242. Caminamos un corto trayecto en dirección N hasta encontrar una bifurcación (36º51’58’’N:3º55’41’’W – 1.150 m) donde torceremos dirección NE caminando



otro pequeño tramo por el pedregoso lecho de un estrecho cauce hasta alcanzar la cómoda vereda que asciende hasta Puerto Blanquillo. En este punto tomaremos dirección E, dejando a nuestra espalda Puerto Blanquillo. La senda es amplia y cómoda, andamos cobijados del frío viento del NW y  protegidos por las quebradas crestas de las Lomas de la Mota. El camino se hace agradable, escoltados por un claro pinar donde vemos muchos restos de las antiguas vasijas usadas en la resinación de estos grandes pinos rodenos.



Pronto alcanzamos el Collado de los Hornillos (36º51’48’’N:3º55’28’’W – 1.204 m). Paramos unos instantes para disfrutar del paisaje; sobre todo llaman nuestra atención las altas y peladas lomas del Cerro de la Chapa, que asoman por el NW. Hacemos las pertinentes



fotos y seguimos con prontitud. Continuamos dirección E con la vista puesta en el cercano Puerto del Daire. Primero descendemos con cuidado entre la pedregosa vereda hasta llegar a un cruce donde tomaremos por nuestra izquierda (dirección NE) pasando primero por una zona más llana y bastante deforestada con los síntomas de antiguos incendios, donde cruzamos el barranco para después afrontar en un empinado zig-zag la subida al puerto.



Estamos en el Puerto del Daire (36º51’49’’N:3º54’41’’W – 1.343 m); las vistas son magníficas, con las impresionantes pirámides pétreas del Cerro de los Mosquitos y el Lucero hacia el NE y las escarpaduras dolomíticas del Cerro de la Mota por el N, pero la intensidad del gélido viento hace que nos apresuremos a seguir. Desde aquí el sendero continúa en un continuo sube y baja trasegando por los impresionantes Tajos de La Mota hasta casi alcanzar el Collado de la Perdiz en la confluencia de la subida al Lucero.



A los mismo pies del Collado tomaremos dirección sur para encaminarnos hacía las Crestas de los Civiles. El viento continúa azotándonos sin piedad y, en algunos tramos de paso más aéreo, nos obliga a extremar las precauciones. Transitamos por un sendero bastante dañado, estrecho y con mucho vaivén, sin embargo el pinar que nos acompaña es magnífico, grandes árboles de rojizo tronco crecen increíblemente en estos escarpados



cerros. El atravesar estos crestones con tanto viento se convierte en una acción que requiere toda nuestra atención y pericia. El paisaje se vuelve sublime, por el oriente destaca la dual figura del Cisne con su Maceta, la redondeada cima del Cielo y la majestuosa Navachica. Al fondo las nieves de Sierra Nevada atraen nuestra mirada. Por el poniente la barrera formada por los Cerros Verde, Atalaya y Gavilán conforman una briosa muralla natural.


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El viento no nos da tregua hasta que finalmente acometemos el descenso hacía el Cortijo del Mirlo, el cual divisamos al pie del barranco y cerca del arroyo de la Zarzadilla. Hacemos el vertiginoso descenso con cuidado hasta acceder al citado Cortijo del Mirlo (36º51’11’’N:3º54’42’’W – 912 m).


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Ahora, al abrigo de los altos farallones, descendemos más cómodos. Como ya conocemos esta zona, bajamos rápidamente hasta el camino, saltando entre las rocas para vadear el arroyo y con rapidez llegamos al Cortijo del Daire (36º51’17’’N:3º55’04’’W – 878 m).



Sólo nos queda recorrer un último tramo de pista hasta volver al vehículo. Mientras caminamos en animada charla, vamos volviendo la vista hacia el Daire, con la luz más oblicua de la tarde, que alarga las sombras y contornea el paisaje, nuestra imaginación vaga hacía esos antiguos pobladores cuyos vestigios quedan entremezclados con los derruidos muros, los abancalados cerros plantados de viejos olivos, ahora muy descuidados, pero que guardan esa parte de la historia de este rincón de nuestra querida Almijara.


Los datos finales para los amantes de las estadísticas son como siguen:

Distancia total recorrida: 12,29 km
Tiempo total empleado: 06:30 horas (04:21 h en movimiento y 02:09 h parados)
Desnivel total acumulado: 1.318 m
Velocidad media en movimiento: 2,8 km/h


Esta ruta la realizamos el 4 de febrero de 2013, en un día soleado pero con fuerte viento del NW que nos dejaba helados los cuerpos por momentos.

También podéis bajar la ruta para GPS desde <aquí>

Textos y Fotografías Arielle & Enric