jueves, 21 de junio de 2012

Circular por el Río Cebollón


Río Cebollón. Un paraje por descubrir


La belleza te deslumbrará, el camino te encantará y las cascadas te seducirán mientras te bañas por las pozas del Río Cebollón

No recuerdo bien donde leímos estos párrafos sólo que evidentemente, fue suficiente para despertar nuestra imaginación. Aunque realmente la idea brotó hojeando ese magnífico libro “Sierras Tejeda y Almijara. Guía del Excursionista” de Rafael Flores Domínguez y Editorial La Serranía que acabábamos de adquirir.
Si pensábamos que conocíamos bastante profundamente los caminos de la Almijara, este libro nos sorprendió. Existen todavía más rincones, más lugares, más caminos y más belleza por descubrir. ¡Qué alivio!

Que el Parque Natural de Sierras de Alhama, Tejeda y Almijara es inacabable ya lo hemos comentado. La gran extensión que ocupa este sistema montañoso, su elevada pluviometría, combinada con su peculiar geología y altitud, permite la formación de una extensa red fluvial. En otra entrada de este blog ya hicimos referencia a las bellezas y bondades paisajísticas del Río Verde. En esta ocasión nos hemos decidido a recorrer los intríngulis de otro espectacular arroyo, el río Cebollón.


El río Cebollón nace de la unión de las aguas aportadas por los barrancos de la Culebra y de las Alfajas (Monticana). Podríamos decir que su alumbramiento comienza en la espectacular cascada bajo el puente de la Monticana. Desde aquí discurre durante unos 10 km en dirección NW hasta cerca de La Resinera donde se une al vecino río Algar para acabar ambos tributando sus aguas al río Cacín y rellenando el cercano pantano de los Bermejales.


Su situación al NE del Parque Natural un poco alejada de las grandes referencias montañeras del paraje, la menor espectacularidad de sus cascadas y su aislamiento, hacen de este rincón un territorio menos frecuentado. A pesar de ello el recorrer sus lugares ofrece al caminante la emoción del descubrimiento. La energía que transmite sus soledades impacta en el ánimo, la fiereza de la naturaleza contagia de admiración la imaginación, la frescura de sus aguas amortigua el calor y, definitivamente, nos sentimos empequeñecidos por el vigor de lo natural.


Para realizar esta excursión tenemos que desplazarnos hasta la población de Fornes. Tomando la autovía A44 de Motril a Granada. Nos apeamos en la salida 139 (Suspiro del Moro), cogemos dirección La Malahá (A338), en la rotonda a la entrada de esta población giramos dirección Ventas de Huelma por la misma A338, atravesamos este núcleo urbano para encaminarnos hacia Agrón. Tras pasar esta aldea nos dirigimos hacia el Pantano de los Bermejales, y justo al comenzar el descenso al pantano, por nuestra izquierda, parte un cruce dirección Fornes (GR3302). Tras un bonito recorrido que bordea el embalse arribamos a Fornes, cruzamos esta población siguiendo la carretera hacia Arenas del Rey (GR3302). Después de unos 4 km, por nuestra izquierda sale una pista de tierra (justo donde está el cartel que anuncia el Parque Natural) que nos acercará hasta el Centro de información de La Resinera, punto de inicio de la ruta.


 
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La Resinera de Fornes pertenecía a la Unión Resinera Española y fue hasta hace unos años un importante centro industrial donde se transformaba la resina obtenida de los extensos pinares en aguarrás y colofonia. Ahora se ha transformado en un centro de información e interpretación de la naturaleza gestionada por la Junta de Andalucía.
En este punto aparcamos nuestro vehículo.




Llegamos temprano 08:42, la mañana será cálida, el cielo azul así lo hace prever y la temperatura así lo anticipa. Comenzamos a caminar por la pista que sale dirección SE y marcada como GR7 dirección Jayena. Pronto cruzamos el puente sobre el río Cacín y nos




adentramos en un fresco paraje. Caminamos rodeados de sauces, chopos, zarzas y una




 emergente vegetación por una amplia pista que flanquea por la izquierda el río Cacín. En un primer cruce tomamos izquierda, siguiendo el GR7 de Jayena y abandonando el cauce del Cacín para adentrarnos por un camino que circula entre las aguas del Cebollón y unas altas cárcavas calcáreas. Todavía caminamos a la sombra de los paredones. Tras varios rodeos,




cruzamos el río Cebollón. La pista se aleja del cauce, se hace polvorienta y seca y asciende ligeramente. Alcanzamos otro cruce donde hay un cartel informativo sobre la actividad de los resineros. En este punto abandonamos el camino principal (GR7) y tomamos un sendero que por la derecha en suave descenso y tras cruzar una barrera, nos acerca al lecho del Cebollón por los conocidos Prados de Tito. El camino se torna




encantador, a nuestra izquierda un frondoso pinar y una lujuriante vegetación atrae nuestra atención. Por la derecha una amplia chopera acompaña la vista hasta la orilla del arroyo. 




Rodeados de pajarillos cantando en un lugar tan plácido hace que nos sintamos muy bien. De súbito, por nuestra izquierda, surge la llamada Cruz del Castillo, en una pequeña




construcción de ladrillo. Es un monumento que recuerda el luctuoso hecho de la caída de un pino sobre un resinero. Un poco más adelante, también por nuestra izquierda, aparece la Fuente del Berro. Ubicada casi a ras de suelo dos tejas moriscas estratégicamente colocadas nos permitirán abastecernos de sus frescas aguas. Seguimos avanzando por




este cautivador paraje hasta que el camino gira bruscamente hacia W (derecha) en un lugar donde un frondoso y oscuro pinar oculta unas naves que sirvieron para el ganado. Vadeamos el río Cebollón y giramos SE (izquierda) ascendiendo levemente. La ruta




continúa por el pedregoso lecho del río que ahora queda a nuestra izquierda. Llegamos a una importante bifurcación. A nuestro frente observamos el encajonamiento del río Cebollón, por nuestra derecha remonta un carril que usaremos para nuestro regreso. Continuamos por el lecho del barranco, cerca del agua, hasta un punto donde la vegetación cierra el barranco. Aquí tenemos dos opciones, bien tomar por nuestra derecha un sendero que zigzaguea por el barranco o bien calzarnos nuestras zapatillas de agua y bañadores y disfrutar de la frescura de las aguas. Después de hacer una parada técnica para comentar, tomar fuerzas con algo de frutos secos y admirar el feraz paisaje, optamos por ponernos las zapatillas de agua y bañadores y a corretear por el mismo lecho del río; empezamos el “senderismo acuático”.



Remontando la corriente nos vamos adentrando por el cerrado valle. Nos sorprende la frondosidad del entorno. Pinares, choperas y algunas saucedas aprisionan el arroyo. Las hiedras y zarzas juguetean entre las altas ramas de la cercana arboleda con durillos, cornicabras y enebros.



Al poco alcanzamos un ensanche donde aparece una antigua presa hoy colmatada. Remontamos por la derecha y continuamos por el río entre brezales y grandes helechos;




vemos las rosadas espigas de algunas orquídeas que destacan entre el verde oscuro y nos tropezamos con una serpiente parapetada en un rellano rocoso donde dormita tomando el




sol mientras digiere su caza. Sorteamos multitud de árboles caídos que atraviesan el río,




vadeamos profundos tramos con el agua casi hasta la cintura y disfrutamos como niños




sumergiéndonos en algunas profundas pozas de transparentes aguas esmeraldas. Por momentos la vegetación ahoga el río, en otros instantes la fiereza del agua ensancha el lecho. El río se encajona entre la Cuerda de los Morros (izquierda) y la Loma del Mono (derecha) haciendo más umbrío el camino. Es en estos solitarios y alejados parajes donde,




por  fin, encontramos adheridas a las rezumantes paredes unas comunidades de plantas carnívoras (más bien insectívoras)  que andábamos buscando. Se trata de una “grasilla” (Pinguicula dertosensis), una planta muy escasa y en grave peligro de desaparición porque su hábitat es escaso y de delicado mantenimiento.



En un recodo por la izquierda asoma el arrollo de Las Culebras entre una frondosa arboleda de arces y mostajos pero desestimamos seguirlo y continuamos por el Cebollón.



El encajonamiento del río en esta zona presenta un nuevo paisaje de rápidos y pequeñas cascadas con profundas pozas de refrescantes aguas. Esta sucesión de pozas y rápidos es conocida como “Poza Romanza”. Más adelante alcanzamos la espectacular cascada de la Monticana, con una caída de unos 4 metros que embelesa por su belleza. Más arriba el puente de la Monticana marca el final de nuestra excursión acuática.



Para alcanzar el carril hay que retroceder algunos metros y ascender desde el lecho del río por la parte izquierda un poco instintivamente hasta la pista. Una vez en ella, sentados en las barandas del mismo puente comentamos este fresco recorrido mientras secamos nuestros arrugados pies y nos ponemos las botas de marcha. El encajonado barranco que atisbamos hacia el sur por la otra parte del puente se conoce como el barranco de las Alfajas, que desciende desde las Lomas de la Ventosilla y Piedra Sellada pasando por las casas de la Monticana.



 Continuamos la ruta por la amplia y polvorienta pista. El calor del mediodía se deja sentir en nuestros cuerpos y todo el sudor que no habíamos sufrido hasta ahora lo empezamos a padecer. De frente vemos el Alto del Aguila (1.323 m), entre este cerro y el Mirador de Masajate (1.294 m) transcurre el carril. El paisaje se torna seco, polvoriento con claros pinares que alfombran las blancas lomas. Hacia el SE vemos la boscosa y empinada




silueta del Cerro Cabañeros. Seguimos dirección NW por la pista hasta que alcanzamos el Cortijo de Machinche, sombreado por unos altos pinos con antiguas marcas de resinación.




Nos paramos lo justo para tomar unas instantáneas y continuamos por el carril que asciende pasando por la Trinchera (1.187 m) hasta arribar al Cortijo de Masajate, escondido




entre enormes pinos de espesa copa. El camino desciende, por la derecha aparece una preciosa pantaneta. Continuamos por el carril hasta llegar a una bifurcación cerrada por una barrera. Abandonamos el carril principal para tomar uno secundario dirección N que crestea por la Loma de los Tornadas, a nuestra derecha la Rambla de Masajate desciende boscosa




hasta el Cebollón. Por la izquierda el Barranco de los Tornadas nos separa de las Lomas de la Cacerihuela. Desde estos altos vislumbramos espléndidas panorámicas. La pista continua en suave descenso hasta alcanzar la Umbría del Panzón donde el carril desciende bruscamente en un rápido zigzagueo hasta alcanzar el lecho del Cebollón cerca de los Prados de Tito. Desde aquí el camino es el mismo de venida, lo recorremos casi en silencio,




escuchando el murmullo del agua, los cantos de los pajarillos y los silencios profundos que la misma ensoñación nos provoca. El calor casi llega a ser sofocante mientras descendemos hasta alcanzar el río Cacín, finalmente llegamos a la Resinera donde damos por concluida esta colorista ruta.

Los datos finales son como siguen:


Longitud total: 25,43 km
Desnivel acumulado: 394 m
Tiempo Total empleado: 10:00 h
Tiempo en movimiento: 06:55 h
Tiempo parados: 03:05 h
Velocidad media en movimiento: 3,6 km/h

Esta ruta la realizamos el 3 de Junio de 2012, en otras épocas del año el agua puede estar muy fría y es recomendable tomar el sendero que zigzaguea el arroyo.
Si queréis obtener el track de esta ruta podéis hacerlo en la siguiente dirección:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2941869

Texto y Fotografías: Arielle & Enric

6 comentarios:

  1. Que bien os lo montáis!!

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  2. Muy buena esa ruta, decir que la serpiente parece una víbora por la forma de la cabeza.

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  3. Fantástica ruta y fotos. ¡Qué envidia! Saludos.

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  4. Realmente es una ruta fantástica y llena de paisajes emocionantes en los que puedes encontrar aparte del contenido de las fotografias anteriores,cabras monteses,ciervos y águilas.

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    1. Lo extraxo y curioso del rio Cebollón, Es lo fría que está el agua en todas las épocas del año.

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